No hay mejor terapia -siempre y cuando quieras cambiar tu sistema de pensamiento- que encerrarse en un piso al menos una semana y, en lo posible, 15 días o un mes. Sin contacto con personas, sin distracciones del afuera, sin obligaciones. Verás cómo tu mente está siempre distrayéndote para no dar con la consciencia de saberte Uno con Todo. Y aunque a veces parecen frases hechas (“todos somos uno”, “Yo soy”, “El Ser”, “Unicidad” …), en verdad, a través de esta experiencia puedes experimentar que no es así.
Tú me dirás que esto ya lo has hecho con el famoso “virus”, pero no es a este aislamiento al que me refiero. Es decir, puedes sí utilizar el confinamiento para brindarte la oportunidad de observar tu mente, aprovechando esta situación para viajar a tu interior consciente. Pero, la gran mayoría no lo ha experimentado así.
Cuando detienes el tiempo mental -más fácil sin tantas distracciones visuales y actividades de la vida cotidiana- aumenta la percepción de “la loca de la casa”: esa vocecita mental que todo el tiempo busca distraerte con “cosas del mundo”, a través del miedo y todos los pensamientos derivados de él.
Empiezas a leer un libro y tienes la voluntad de abrir tu consciencia para ver la vida de otra manera, dejando de lado “el miedo” y “la separación”, y enseguida surge un pensamiento como: “me podría preparar un café primero” -disfraz: placer-, o “tengo que pagarle a Fulano” -disfraz: obligaciones-, o “necesito más dinero para conseguirlo” -disfraz: carencia-, etc. Y, a veces, la voz se disfraza de “buena persona” y te dice: “recuerda que tienes que ayudar a M…porque se ve que está pasando un mal momento”. El “ego” se presenta a través de miles de pensamientos distrayéndote de la intención que tienes de “ver la vida con los ojos del amor”, ver “la unicidad” y llegar así a “la aceptación profunda de lo que es”, sin nada que controlar, sin nada que proteger.
Para poder “disolver la idea del ego” solo es necesario “observarla” y tener “la pequeña dosis de buena voluntad” de ver la unión en todo.