La grandeza humana solo pueda buscarse fuera de la humanidad, en un lugar común donde habite el amor como identidad.
Comienza el desconfinamiento en España y las dudas sobre esta nueva normalidad que se va conformando aumentan. A partir de la primera semana de mayo habrá más movimiento en las calles. De a poco la España que conocíamos irá tomando forma, aunque tal vez muy de a poco. Paso a paso se llega a Roma, dice el refrán, asi que necesitaremos de mucha paciencia. Necesitaremos aceptar y cumplir las medidas de seguridad e higiene para controlar la transmisión.
Y como era de esperar, las críticas continúan para un lado y para otro. Desde algunas Comunidades Autónomas aseguran que la desescalada debería atrasarse y además realizarse por regiones sanitarias y no, por provincias, como sugiere el gobierno central. Es que en una misma provincia podría variar mucho la realidad de un territorio a otro. El gobierno español, según adelantó el ministro de Sanidad, Salvador Illa, estaría dispuesto a realizar un análisis por región. Mientras tanto, el director del Centro de Coordinación de Alertas Sanitarias, Fernando Simón, sostuvo que es posible que la desescalada se retrase más en las Comunidades de Madrid y Cataluña, “aunque dependerá de la evolución de la pandemia”.
Más allá de cómo debería hacerse el desconfinamiento, lo cierto es que una mezcla de temor y entusiasmo se respira en el aire. Si bien el confinamiento trajo también la premura por un cambio laboral hacia el teletrabajo, nuestros corazones se alegran al saber que volvemos a la calle para ir al trabajo, para hacer ejercicio, para socializar con amigos o para visitar a la familia. Y empezamos a imaginar la encantadora rutina española que un día perdimos por la invasión del “extraño”.
Y todo esto, pese a que son cientos y cientos los muertos diarios en varios países de Europa. Y el virus que ahora parece viajar por el aire en lugares pequeños cerrados, sin ventilación. Los investigadores chinos detectaron concentraciones elevadas en los lugares donde los trabajadores sanitarios se quitan sus prendas protectoras, señal de que el virus asentado en la ropa podría regresar al aire. Este descubrimiento explicaría por qué continúan los contagios pese al confinamiento de toda la población.
Bienvenida es la primavera y el aumento de la temperatura que, según los epidemiólogos, haría mermar la epidemia pero no la crisis económica. Ahora es el momento de los números. Las cifras agobian. El coronavirus hunde la economía española en la mayor caída desde hace un siglo. Y las dudas sobre cuánto tiempo llevará la recuperación, que según el gobierno será de dos años aproximadamente.
Como telón de fondo, la oposición política al presidente que no deja de bombardear cada medida, cada declaración, cada gesto del gobierno. Falta grandeza de Estado y de políticos a la altura de la situación. El aprovechamiento político siempre presente es ejemplo de ello. El cierre del hospital de campaña de Ifema, donde la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso hablaba de la responsabilidad de protegerse y proteger, mientras que personal de gobierno, periodistas y políticos la rodeaban, en medio de un acto multitudinario sin cumplimiento del distanciamiento social, donde el personal sanitario despedía con mucha emoción a los últimos recuperados del coronavirus.
Y los ciudadanos, espectadores de las escenas, vemos pasar los dardos para un lado y para otro, haciendo presente una vez más la historia española de enfrentamientos, sin llegar nunca a un acuerdo, conciliación, unión nacional. En el diccionario español parecen no hallarse estas palabras o tal vez estén tachadas por manos autoritarias que solo quieren gobernar o construir caos.
Mientras el show continúa, los ciudadanos seguimos ilusionados creyendo en que algún día el pacto se hará realidad y podremos estar orgullosos de nuestros representantes. Es el momento idóneo para un cambio de paradigma. No solamente un nuevo modelo económico, que no esté solo dirigido exclusivamente al Turismo, que se amplíe a la industria y la tecnología. Si no también un cambio de mentalidad en donde sea prioritario el bien común. Con menos himno, banderas y apariencias y con más sentido común, respetabilidad, altruismo y solidaridad.
Pero quizás, esa sea solo una historia imaginada, esperada. Una ilusión más en nuestra mente pequeña, que busca la grandeza donde en verdad no se puede hallar. La grandeza humana solo pueda buscarse fuera de la humanidad, en un lugar común donde habite el amor como identidad, como esencia.
Seguramente sea – por favor sin calificaciones, abriendo la mente- como afirmara Fidel Castro: “todo lo que es revolucionario, lo que enseña, lo que trata de guiar, lleno de luz y de conciencia, de claridad y de belleza, a los hombres y a los pueblos a mejores destinos, hacia más altas cumbres del pensamiento, de la vida y de la justicia, encuentra la reprobación más encarnizada del imperialismo; encuentra la valla, la condena, la persecución macartista”. O Víctor Hugo al asegurar que “produce una inmensa tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no la escucha”.
Seguimos priorizando las diferencias, la separación entre unos y otros, los juicios y las críticas, sin poder hallarnos desinteresadamente en ese lugar común. Los gobernantes, los políticos, los empresarios, los banqueros, las elites, los grupos de poder económico, y tantos otros, siguen apostando a la división y a querer dirigir los destinos de la humanidad, en un juego de tronos que sigue dando letra a la película de este mundo. Cada vez son más evidentes los intereses mezquinos de unos pocos en detrimento de la especie.
Más allá de “estos personajes” en escena, estás tú y estoy yo. Y juntos podemos apelar al cambio. Juntos podemos encontrarnos en ese lugar común del amor y quizás en algún momento podamos contagiar a más mentes a entrar allí.
Y juntos podremos darnos cobijo y compasión. Podremos empezar de nuevo y decirnos unos a otros al oído, las estrofas de Mario Benedetti: “No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda, y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños. Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque cada día es un comienzo nuevo, porque ésta es la hora y el mejor momento”.
Silvina Garrido Hermann