Duele el rocío
y también la lluvia
cual puñal que desgarra
en lo profundo del alma.
Duele por las ausencias
que callaron,
no expresaron,
y las grietas anclaron
en oscura
distancia.
Duele el rechazo
al encuentro
la palabra
no dicha
el abrazo
que clama
ser.
Duele la oportunidad
a la deriva
como barco
sin puerto
abriéndose
al mar
que conoce
su viaje
y se entrega
a la noche
una vez más
tal vez
un día
deje
de esperar.
Silvina Garrido Hermann