CAMBIA TODO CAMBIA

Todo lo que experimentamos en este mundo es cambiante, por eso aquí no puede habitar la plenitud, la felicidad eterna, la armonía y la quietud.

La inigualable Barcelona con sus rincones llenos de cultura, historia y mar, ha pasado a ser solo de los barceloneses en esta desescalada rumbo a la nueva normalidad. Es así que ya se ven muchos habitantes paseando y viendo, “como nunca antes” sin turistas, estos hermosos paisajes de la ciudad catalana, punto de encuentro del mundo entero.

El lunes entrará en la fase 2 y se espera que solo dure una semana para ya luego coincidir con el resto de España en la fase 3. Falta poco para “la nueva normalidad” aunque si bien en las calles todo pareciera ser similar a antes del coronavirus. Muchas gente caminando, paseando, haciendo ejercicio, entrando a las tiendas, ahora haciendo colas afuera para esperar el turno y, la gran mayoría, con mascarilla.

Según las autoridades nacionales, la pandemia por coronavirus está prácticamente controlada, al analizar los datos de Sanidad. Pero algunos advierten que podría haber un rebrote de la enfermedad a partir de octubre, es decir, durante el otoño europeo.


Ahora ya se espera al turismo europeo que podrá arribar a España, sin tener que realizar ninguna cuarentena, a partir del 1 de julio, aunque es posible que territorios como Baleares y Canarias puedan abrir sus fronteras antes de esa fecha.

No solamente la naturaleza respira aliviada durante estos tres meses sin humanos invadiéndolo todo, sino también, los españoles disfrutan mucho más de España al poder conocer sitios de interés turístico donde habitualmente se cobra entrada, como el Park Güell, y ahora son gratuitos ante la ausencia de turistas.


Muchos barceloneses se sienten dichosos de poder caminar libremente por lugares emblemáticos donde antes constituían prioridades para el turista. La ciudad regresa a sus ciudadanos, luego de una pandemia que lo cambió todo. La ciudad regresa a sus habitantes casi como antes de las Olimpíadas del ‘92.

Pero algo ha cambiado. Cambiaron “las quedadas” con amigos y familia que ahora se atrasan ante el temor de poder contagiarse aún. Cambió el trabajo que ahora se realiza parte telemáticamente y otra presencial. Cambió el movimiento estresado de la gente en los medios de transportes, que ahora prefieren tomar la bicicleta, o incluso, ir caminando a todos los lugares. Cambiaron los cursos que se efectúan online en su gran mayoría. Cambió la locura consumista ya que ahora se piensa dos veces antes de comprar. Incluso, cambió la manera de comprar, ahora todo es por Amazon, o venta online. Cambiaron la fachadas de algunas veredas, donde antes había pequeños comercios locales que ahora decidieron cerrar.

Cambia todo cambia en el mundo. Todo pasa y todo queda…pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar…Duele el corazón con la secuela del coronavirus al ver la muerte presente, personas durmiendo en las calles – cuando antes no era común – e incluso gente que nunca tuvo que pedir comida y ahora sí lo hace.


Cambia todo cambia en el mundo. Pero lo nuestro es pasar. Vamos pasando como un viaje de ida donde siempre cambia el paisaje, pero nuestra presencia sigue siendo la misma.


No hay mejor ni peor, todo cambia, como cuando cambió la normalidad en las guerras mundiales, como cuando cambió la normalidad de los lugares donde padecieron catástrofes naturales, ciclones, huracanes, terremotos, inundaciones tan habituales a lo largo y a lo ancho del planeta.


Todo lo que se experimenta en este mundo es cambiante, por eso aquí no puede habitar la plenitud, la felicidad eterna, la armonía y la quietud. Justamente el mundo se rige por la ley de impermanencia y, por lo tanto, nada puede ser igual siempre. Por tanto, no es descabellado reconocer aquello que muchos iluminados han dicho a lo largo de la historia: el hombre debe hallar lo que busca, no en el mundo, sino en su interior.

Silvina Garrido Hermann

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