Ama de amado olvidada
de caricias añoradas,
marcharon-se los años
sin verlo,
y ella sigue allí,
en el andén presta al abrazo,
en el jardín imaginado de besos.
Ama de amado dejada
de palpitares memorados,
huyeron-se las horas
sin verlo,
y ella vive ahí,
en el rosedal creado de versos
en el manantial recordado en eterno.
Ama de amado bañada
en exhales y fragancias,
escaparon-se las mañanas
sin verlo,
y ella muere aquí,
en la próxima alborada
en la quimera de ser amada.
Silvina Garrido Hermann