EL DOLOR CURA

A veces puedo llorar sin siquiera hacerlo. Es como sentir un cuchillo que empieza a hundirme el pecho cada vez más. Una presión tan fuerte que me deja sin aliento. Enseguida mi afán de supervivencia reacciona y trata de evadirse, de salir de ese pozo en que me sumerge, en un irme sin fin. Si bien pareciera que me voy hacia dentro, en realidad desaparezco. Es como un deshacerme y evaporarme a través de un proceso doloroso pero que también trae mucha paz.

Quizás en el fondo, una vez que atravesamos las capas del dolor -el rechazo o la negación, la sublevación o la ira, la negociación, la depresión y la aceptación-, podemos distinguir la verdad de la ilusión. Porque la aceptación de este momento tal cual se presente es la puerta que nos invita a empezar a percibir lo real. Para llegar hasta ahí es necesario si bien aceptar las emociones –que en definitiva son consecuencias de nuestros pensamientos, es decir, de la historia mental que nos contamos- es prioritario dejar que nos traspasen como si fueran ráfagas de viento.

Una vez aceptadas las emociones y una vez perdonada la historia mental, entonces sí podemos sentir ese deshacernos con el mundo.

Tal vez hayas tenido esta experiencia cuando algún familiar o amigo enfermo o cuando una persona cercana haya “dejado el cuerpo”. Seguramente ya has olfateado esa sensación de paz profunda que inunda todo en estas experiencias. Son reveladoras por lo cual es muy bello entregarnos a ellas, confiando en que nos traen una sabiduría que no proviene de este mundo.

El mundo que vemos no tiene significado alguno. A esta premisa se arriba cuando vives desde la paz y belleza interior. Muchas veces necesitamos pasar por experiencias de dolor para cambiar el rumbo hacia nuestro interior o adentrarnos aún más en él.

El temor es mal consejero porque nos sumerge más en la oscuridad sin poder discernir lo verdadero de lo ilusorio. Por eso, déjalo a un lado y comienza a caminar de la mano de la confianza y el agradecimiento, más allá de lo que vean tus ojos.

Tú y yo estamos juntos en este reconocernos Uno. La vida es un viaje al interior. Somos el soñador de este sueño.

                                                                                     Silvina Garrido Hermann

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