El aprendizaje de una asignatura o una lengua es un proceso individual, pero se juega en grupo, por lo cual la disposición del aula es crucial a la hora de desarrollar las clases y que éstas alcancen los objetivos deseados. En este sentido, los profesores debemos tener claros cuáles deberían ser los criterios para organizar el aula y disponer de sus elementos y materiales didácticos.
En primer lugar, según sean las necesidades del proceso enseñanza/aprendizaje será la forma más adecuada para ubicar las mesas de los alumnos, ya sea en filas horizontales, en U, en grupos de cuatro o en parejas, en bloque o en forma de pasillo. Cada una de estas posibilidades será más acorde dependiendo del tipo de actividades a desarrollar en las clases.
En segundo lugar, los espacios deberán ser cómodos, flexibles y oxigenados para que satisfagan las necesidades de los alumnos y del profesor. Además, será beneficioso para todos el aprovechar las paredes para la exhibición de carteles, muestras de aprendizaje, proyectos, citas, etc., como un sector de conocimientos que se tiene al alcance para recordar o afianzar.
Por otra parte, el espacio del aula deberá dar la misma posibilidad de aprendizaje a todos, más allá de sus diferentes ritmos, dificultades y culturas, además de fomentar el aprendizaje con el otro, para enriquecerse del debate y la socialización. E indudablemente, los rincones del aula, de importancia significativa, deberán tener objetivos determinados como muestras de aprendizaje, léxico, recursos, destinados a la lectura o al juego.
El aula es un mundo de aprendizaje, socialización y creación, un templo donde se ofrecen, se comparten y se producen conocimientos que nos acercan cada vez más a un camino de mayor libertad. Por eso, debemos venerarlo.
Silvina Garrido Hermann