LA MENTE RUTINARIA

Acaso, ¿no se cansan de hacer todos los días lo mismo? Tal vez, no se trate del qué hacer, sino del cómo hacerlo. Se me ocurre. Palabras que llegan a mí.

El sol por la ventana. Es la mañana de un nuevo día. Aún en la cama. Mis manos están frías. Las oculto bajo las mantas. Un aire frío llega hasta mi rostro. Casi es invierno en Barcelona. Percibo que es de mañana y tengo que levantarme. Hoy tengo un día lleno de actividades. Como cada día.

              Destapo mi cuerpo. Me incorporo. Apoyo los pies en el suelo. Me pongo la bata y las zapatillas. Mi inconsciencia matutina añora una taza de café con leche de almendras bien caliente. Entonces, el baño, los dientes, la ducha. Empezar a correr. El tiempo. Cuánto falta. Qué me queda. Entonces las tostadas, el café. Cargar el móvil. La ropa ya la he elegido el día anterior. Verifico el tiempo. Está bien.

              Me pongo el abrigo. El calzado, en el vestíbulo. Ostia, la mascarilla. Ahora sí, a la calle. Comienza la jornada. El viaje de la vida, como cada día, lo mismo. Pero esta vez, percibo la diferencia.

              Voy caminando y observo. Las hojas de los árboles, cada vez más. El brillo del sol reflejado en los coches. Las conversaciones de vecinos. Los buenos días, que vaya bien. Muchos con los carros de compra. Otros paseando al perro. Acaso, ¿no se cansan de hacer todos los días lo mismo? Tal vez, no se trate del qué hacer, sino del cómo hacerlo. Se me ocurre. Palabras que llegan a mí.

              Hombres y mujeres caminando hacia diferentes direcciones. Algunos llevando a sus niños al colegio. Esperando en la entrada de la escuela. Despidiéndose de ellos para correr al trabajo. Muchos otros, en el encuentro en la cafetería. Empezando el día con el mismo desayuno: café con leche con croissant o bocadillo. Sus caras reflejan almohadas pegadas. Algunos, cansancio.

En un instante, me doy cuenta. Estoy corriendo. Por qué. Para qué. Adónde quiero llegar. Respiro. Respiro. Callo a mi mente. Entonces, la rutina deja de ser rutina y se vuelve descubrimiento a cada instante.

              Todo llega a mí como información y sentir. Sigo en el ahora. Hoy es un día como cualquier otro, sin embargo, no. Me dejo ser. Mis pensamientos no me dirigen. Mi mente se abre a recibir el día. Como asumiendo ser el templo por donde pasa la paz. Hoy es un día como cualquier otro. Sin embargo, he elegido la verdad.

Silvina Garrido Hermann

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