QUIÉNES SON LOS POBRES

De afuera las cosas se ven más claramente. Cuando se está dentro de una situación determinada, uno generalmente tiende a cuestionar lo que percibe como negativo. Es el impulso mental que surge en automático. El ego que sale a criticar el ahora para poner su mirada en el futuro o en el pasado, nunca en el presente porque allí, indudablemente, muere.


Observar a Latinoamérica desde España suele ser ventajoso porque, conociendo el día a día por haber vivido allí, uno puede tomar distancia y percibir en perspectiva todo lo que surge en países históricamente afectados y manipulados por intereses de grupos económicos y factores de poder de las grandes potencias, especialmente de Estados Unidos.

Sin embargo, el coronavirus arrasa con todos los países americanos, ya que no conoce de ideologías, poderes económicos ni primer o tercer mundo. La muerte se hace presente igualitariamente como siendo “la maestra de ceremonia”. Su propósito nos enseña que todos somos iguales ante la vida. Y va más allá aún. Nos muestra que solo dejamos un cuerpo, una forma, en la Tierra pero la vida, que es lo que en verdad somos, continúa.

Brasil ya tiene más de 60 mil muertes. Mientras ocurren, su presidente Jair Bolsonaro veta el uso obligatorio de mascarillas en lugares cerrados. La medida había sido aprobada por el Congreso, cumpliendo las recomendaciones de los expertos sanitarios del mundo. Este mandatario “iluminado” modifica ahora la iniciativa. En el lado opuesto, una ong realiza un video donde se muestran decenas de tumbas en la arena de la playa más famosa de Río de Janeiro, Copacabana, como forma de homenajear a las víctimas del Covid-19. Un montaje que impacta porque aún la gente, que somos todos, no queremos ver la muerte de cerca. No queremos enfrentarnos a ella y menos, en un lugar “símbolo del placer turístico” como una playa.

Si al menos pudiéramos darnos cuenta de que lo opuesto a la muerte no es la vida. La vida no tiene opuesto. La muerte es lo opuesto al nacimiento, como afirma el maestro espiritual Eckhart Tolle. Es una forma más de transformación de la vida que somos. Pero esto al ego no lo conforma, porque piensa en modo problema, en modo conflicto. Nunca podría conformarlo, porque desaparecería.

Volviendo a Latinoamérica. El rincón del mundo. Allá abajo. Los despectivamente llamados “sudacas” por la discriminación humana en otros lugares del planeta. Como ese catalán que escuché acusando a alguien por tener “tonada sudamericana”, por el simple hecho de ser más fácil apuntar a un inmigrante – que varias veces ni siquiera es solo inmigrante, porque muchos tienen también nacionalidad española, italiana, alemana…por ser descendientes de aquellos que colonizaron América-. La mirada xenófoba de esas personas que aún permanecen en la mente egoica, necesitados de culpabilizar a “un otro” de sus problemas. O, lo que es lo mismo, la falta de responsabilidad al enfrentar sus emociones. Es más fácil culpar al otro que tomar consciencia de la situación de vida de cada uno, que siempre enseña una lección.

Bajando y atravesando las Cataratas de Iguazú, vemos a una Argentina volviendo a la cuarentena estricta implementada aquel 20 de marzo, para que solo los servicios indispensables funcionen y haciendo que la mayoría de la población regrese al confinamiento. Gracias a haber actuado inmediatamente el gobierno argentino – casi simultáneamente que el gobierno español allá por marzo-, ahora tiene mil muertos, una cifra que, sin lugar a dudas, es relevante – y obviamente lamentable – pero no alcanza a la situación que se vive en Brasil o en Chile. En estos países, el coronavirus ha colapsado el sistema sanitario. Argentina, si bien tiene un 50 por ciento de ocupación de camas del sector sanitario, no ha llegado al nivel alarmante de sus países hermanos.

Más allá de los números y los escenarios, la fenómeno es el mismo en cualquier punto del planeta. El coronavirus vino para dar vuelta todo. Un sistema que ya no funciona y, también, para igualar: ni poderosos, ni pobres, ni primer mundo, ni tercero. Somos lo mismo: humanos. Un ser divino experimentando forma humana.

Por eso, ¿quiénes son los pobres?, ¿quiénes son los abundantes?, ¿quiénes son primermundistas o tercermundistas?. Nada de la identificación en este mundo es real. El coronavirus vino para mostrárnoslo.

Silvina Garrido Hermann

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